Convencido de que en Colombia la libertad de expresión no existe y sabiendo que para publicar un artículo debe pasar por varias manos, incluido el director para no afectar el bolsillo del medio por cuenta de la publicidad, prefiere tener su medio de comunicación.
2014/ Septiembre 17/ CONPI.ORG/ Por: Fernanda Sánchez Jaramillo
Leiderman Ortiz Berrío, es periodista empírico, fundador del periódico La
Verdad del Pueblo de Caucasia (Antioquia). La Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le otorgó medidas cautelares, el 20
de agosto de 2010, debido a los atentados en su contra por sus denuncias contra
bandas criminales.
De niño jamás imaginó que trabajaría como periodista. Fue monaguillo de
la parroquia de su sector y quería ser sacerdote. En esa época jugaba a ser
sacerdote y celebraba misas en las que las galletas le servían como hostias
para sus feligreses. Años más tarde ingresó al seminario, pero se arrepintió y
cambió de rumbo.
El padre de Leiderman era tinterillo. La gente del pueblo lo buscaba
como si fuera el notario y su madre ha sido ama de casa toda la vida. Su padre,
quien murió hace 15 años era de Bello Antioquia y su madre, es de Caucasia.
Leiderman nació en Caucasia y tiene tres hermanos que viven en
diferentes partes del país, debido a su situación de riesgo. Él es responsable
de su madre y un sobrino. Terminó su primaria en Caucasia, cursó parte de su
bachillerato en Cáceres (Antioquia), en un internado y en el seminario de
misiones de Yarumal. Finalmente, se graduó de bachiller en Medellín.
Cuando surgió la nueva Universidad Virtual, en la Universidad Católica
del Norte, empezó a estudiar comunicación social y periodismo, pero interrumpió
sus estudios porque su padre murió y asumió la responsabilidad en su hogar.
Luego ingresó a estudiar en Medellín, a donde viajaba cada ocho días,
pero no siguió estudiando porque era el único en esa carrera y cerraron el programa.
Después intentó entrar a la Universidad de Antioquia, que ofreció, programas en
Caucasia pero no pasó la prueba de admisión.
Pero el amor por esta profesión probablemente lo heredó de su familia.
Su tío era Mario Ortiz de la Roche, columnista de El colombiano y unos primos
terceros, Tobón de la Roche, han sido dueños de Todelar. Sin embargo, él nunca
tuvo contacto con ellos.
Jefe de prensa, candidato politico y dueño de periódico
De pequeño le gustaba averiguar todo lo que ocurría en su pueblo. Recogía
historias y se encerraba a escribir en su cuarto aunque no las publicaba.
Siendo mayor de edad presenció una escena en una discoteca que lo motivó a
tener su primera publicación.
El “show” que ofreció el gerente de una prestigiosa
empresa de Caucasia, inspiró el nacimiento de un “periódico” – en formato de
folleto- llamado El Criticón, nombre sugerido por su padre , y
así empezó esta aventura que hoy lo tiene en una de las zonas más peligrosas
para ejercer el periodismo, El Bajo cauca, y donde Luis Cervantes [1] fue
asesinado hace menos de un mes.
En 1996 fue jefe de prensa de la alcaldía hasta 1997. En 1998 creó su
actual periódico La Verdad del Pueblo y en su primera edición destapó “una olla
podrida”. Después dirigió una emisora en Tarazá (Antioquia).
En 2001 fue nombrado jefe de prensa de la alcaldía de Caucasia hasta el
año 2009. Ese año renunció, aspiró a la Alcaldía, pero no ganó aunque obtuvo
una buena votación y continuó con su periódico.
Convencido de que en Colombia la libertad de expresión no existe y
sabiendo que para publicar un artículo debe pasar por varias manos, incluido el
director para no afectar el bolsillo del medio por cuenta de la publicidad,
prefiere tener su medio de comunicación.
“Nadie me regula mis notas periodísticas y nadie me censura”, dice
orgulloso Leiderman. Se dedicó al periodismo comuntario porque como él dice:
“en los municipios hay muchas historias qué contar, pero a los grandes
monopolios solo les interesa lo que de raiting y maquillar cada día la
noticia”, agrega.
Dirige su periódico La Verdad del Pueblo , vende
la publicidad, busca las noticias, hace el machote para pasarlo a la
litografía, consiguió dos vendedores para el periódico, no hay más porque les
da miedo, y contrató una periodista, egresada recientemente de la Universidad
de Antioquia, quien corrige los textos.
Con esquema de seguridad permanente
Leiderman vive como muchos de sus colegas en el Bajo Cauca amenazado.
Recientemente, enterró a su amigo y colega Luis Cervantes quien fue asesinado
en Tarazá (Antioquia) de varios disparos mientras esperaba a su hijo a la
salida del colegio.
A Leiderman le cambió la vida en el año 2009. Ese año empezaron los
intentos de homicido, dos atentados con granada en su casa, acciones que él
atribuye a los Rastrojos y los Urabeños, nuevos paramilitares, llamadas bandas
criminales.
Algunos de los cambios que ha vivido desde entonces son: vivir rodeado
de tres escoltas y transportarse en un carro blindado. Por esta razón, algunas
personas lo llaman “El Patrón”, “El duro” e incluso le han ofrecido “niñas”
cuando llega a la discoteca.
Otra situación que lo ha afectado seriamente es la pérdida de su
privacidad, los comentarios acerca de su vida por lo cual algunos escoltas
fueron cambiados. También siente Leiderman un poco de desespero cuando termina
labores temprano, tipo seis de la tarde, y una hora después de estar en casa
desea salir pero le da pena llamar a los escoltas para sacar el carro y dar un
paseo.
“Esta situación no ha sido fácil para mí, cuando mis amigos, compañeros
y algunos colegas se alejaron de mí, por mis amenazas, me sentí muy solo. Sin
embargo, esto me daba más fuerza para continuar: yo era la vox pópuli de mi
pueblo, otros rezaban por mí, me apoyaban con mi trabajo pero no dejaba de
sentirme solo encerrado por un tiempo”, asegura Leiderman.
Todavía se presenta esta situación pero con menor frecuencia aunque fue
amenazado, nuevamente, en el mes de abril y presuntamente habían ofrecido 5
millones de pesos por su cabeza.
Por eso mantiene, los tres escoltas, un chaleco antibalas, y la casa
blindada. “La Región del Bajo Cauca, es una zona bastante delicada en cuanto a
grupos armados ilegales, presencia de las FARC, ELN, anteriormente AUC,
narcotráfico y ahora bandas criminales”, explica Leiderman.
No falta quien se ofenda cuando él expone a la luz pública “la verdad”.
“En mi caso, yo considero que soy único en la región, y en mi pueblo, que ha
sacado muchas verdades sin maquillar a en mi medio de comunicación”, añade.
Y para dejar clara su posición respecto a la situación de hostilidad que
enfrenta por atreverse a denunciar sostiene enfáticamente: “Fernanda: ¿sabe
cuál es el enemigo cruel del periodista? No son las bacrines, ni la corrupción
y mucho menos la guerrilla, no! El cruel enemigo del periodista es: la Verdad.
Si el periodista utiliza esta palabra toda la vida tendrá enemigos”.
Hace menos de un mes que Leiderman y otros colegas enterraron a Luis
Cervantes, el 12 de agosto, y aunque este hecho lo impactó pues era su amigo y
colega dice que continuará en Caucasia trabajando, a pesar que la situación de
seguridad es delicada.
Leiderman piensa seguir denunciado a las bandas criminales, a los
corruptos y manejar sus temas favoritos: grupos al margen de la ley, corrupción
y temas de violación de derechos humanos. “Lo hago por convicción y por
vocación, más no por profesión”, afirma con vehemencia.
A pesar de ser una periodista empírico, con un bachillerato y algunos
cursos de periodismo, Leiderman está orgulloso por hacer algo tan complicado y
delicado sin que le tiemble la mano. Además se siente orgulloso por trabajar en
medio de rumores en Caucasia donde piensan que tener un esquema de seguridad es
un lujo.
Por eso, antes de finalizar la entrevista quiso aclarar que tener
esquema de seguridad no es un lujo: “el gobierno consigna 700 mil pesos para la
gasolina del carro para un mes, pero hay días que tengo que salir mucho y se me
va en tres días (…) me toca colocar plata de mi bolsillo o pedirle algunos
amigos que me colaboren para tanquear el carro. El gobierno manda 200 mil pesos
para pagar peajes, parqueadero y lavada del carro. Entonces este esquema que me
asignó para mi protección es para mí un problema económico. Hay días que tengo
que hacer rifas, para ayudarme económicamente o para salir de viaje cuando me
invitan a reuniones con el gobierno para los asuntos de derechos humanos. Pero
eso no lo ven los contradictores, en Caucasia la gente no se muere de cáncer si
no de envidia”, puntualizó Leiderman.
Notas
Fernanda Sánchez Jaramillo, periodista, maestra en relaciones
internacionales y trabajadora comunitaria.
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