Las viejas y nuevas formas de hacer política

Mantener los principios y no ahogarlos y abandonarlos en el turbio lago del pragmatismo político. Es una de las conclusiones en el análisis que nos llega desde la cárcel picota del luchador social y dirigente sindical Huber Ballesteros.

2015/ Febrero 1/ Prisioneros Políticos/ Por: Huber Ballesteros Gómez

Colombia, como quizás pocos países en el mundo, tiene la particularidad de ver surgir casi que permanentemente nuevos movimientos políticos.  Resultaría interesante, indagar sobre cuántos de estos, surgen y desaparecen cada cuatro años: digo cuatro años, pues es el periodo en que se convoca a elecciones tanto nacionales como departamentales y locales; aunque es sabido que no coinciden en una misma jornada.

Seguramente, nos sorprenderíamos  de la facilidad con que se activan y desactivan dichos movimientos. Su permanencia  en el escenario político depende mucho de los resultados que obtienen en las contiendas electorales. Por esa facilidad con que se crean y desaparecen, duda uno en llamarles partidos o movimientos. Realmente el nombre que mejor les vendría; sería el de empresas o microempresas electorales.

La escena política en la coyuntura electoral, se llena de nombres de movimientos, slogan, afiches y rostros de candidatos. Una policromía muy amplia de promesas y caras con muy poco contenido programático. Todos dicen lo mismo, critican lo mismo, incluso sin darse cuenta que las conductas reprochables en lo político o lo personal que le señalan a otros; son las mismas que ellos han practicado por años: cinismo u olvido involuntario. ¡¡¡Vaya uno a saber!!

Rondan los millones y las presiones indebidas, y no sólo de aquellas en que se coacciona con un arma, no. También las de conseguir o mantener un empleo, una beca o un contrato. Los movimientos y partidos con personería jurídica, se transforman en fábricas para vender avales y los garajes en sedes de campaña. Los desayunos, almuerzos y cenas en reuniones de negocios donde se venden y compran candidaturas y  además los principios y la ética política, se  cede el paso al pragmatismo electoral.

En esta coyuntura, el cargo de elección uninominal o en la corporación es más importante que el proyecto político.   “el medio se convierte en fin" y claro, no dejan de tener razón;  lo que no explican o no aceptan es que muchas veces es un fin personal. Algunos acudiendo al argumento del " realismo" dicen: Eso ocurre en todas partes, así funciona.

Pues bien. Quienes hemos asumido la lucha política desde la izquierda y los movimientos alternativos sabemos que efectivamente ese es el tipo de " democracia" burgués, que ni siquiera honra los principios liberales que le dieron origen. Estamos claros que es de su naturaleza. Pero ¿acaso no es precisamente contra eso que nos rebelamos? ¿ no  es  precisamente contra esas  instituciones como ésas que combatimos diariamente desde cuanta tribuna se nos abre? Y ¿por lo que miles han muerto y otros tantos miles somos prisioneros?

Porque la corrupción y la antidemocracia en el capitalismo no son fenómenos. Son instituciones. Para honrar a nuestros muertos, nuestros prisioneros y a todas y todos los que luchan por una patria digna y en paz, los demócratas de este país, entre los cuales nos encontramos los militantes de izquierda debemos  generar nuevas formas de hacer política. No es suficiente con escribirlo en nuestros documentos y volverlo consigna. Debe ser práctica diaria y generalizada para todas nuestras decisiones.

Eso,  parte de construir con la gente, y no en la coyuntura sino en la cotidianidad de sus problemas y sus luchas, las propuestas programáticas. Es contemplar otras formas de la participación política, sin reducirla a participar en elecciones. Llenar la escena política con nuestra presencia masiva para exponer y defender allí nuestras propuestas.

Es escoger sin el cálculo partidista, de grupo o del querer personal; la persona o personas que nos representarán en las instancias decisorias del poder público. Es entender que aunque me hayan elegido, el soberano sigue siendo el pueblo y es el quien traza la ruta y toma las decisiones.

Es ser capaz de seguir mirando el horizonte con ojos de esperanza, de ceder lo individual para trabajar por el proyecto colectivo. Es acertar en la táctica para lograr lo estratégico.

Mantener los principios y no ahogarlos y abandonarlos  en el turbio lago del pragmatismo político.

Hubert Ballesteros Gomez.
Cárcel La Picota
Bogotá D.C.



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