Hablemos sobre la paz “Fin del conflicto y
refrendación, implementación y verificación”
“No le tenemos miedo a
la paz, le tememos a la guerra”
“La Paz no le pertenece a nadie, nos pertenece a todos los colombianos”
Intervención en Foro Fin del Conflicto de Nietos de Manuel Quintín
Lame
Sábado 30 de Abril
Municipio de Caldono,
Cauca
Los días 28, 29 y 30 de Abril, en el municipio de Caldono,
territorio indígena en resistencia, nos reunimos diferentes comunidades
indígenas procedentes de Totoró, Cajibio, Jambaló, Caldono, Toribio y Silvia, con el propósito de socializar y dialogar
sobre los cuatro (4) acuerdos parciales a los que han llegado el gobierno
nacional y las FARC-EP en la mesa de diálogos de la Habana. Como comunidades reconocemos la importancia de
comprender la forma en que estos acuerdos se relacionarían con la vida cotidiana
en nuestros territorios. En desarrollo del Foro dialogamos
y abordamos los puntos de política de desarrollo
agrario integral;
participación política y apertura democrática para
la paz; solución al problema de las drogas y cultivos de
uso ilícito; y finalmente el acuerdo de víctimas
y justicia.
La guerra en nuestro
territorio inició hace más de 500 años, cuando los europeos invadieron y saquearon las riquezas del Abya Yala, iniciando una guerra
contra los pueblos y desde entonces, hemos sido objeto de despojo, expropiación territorial y aniquilamiento. Reconocemos que el
capitalismo como forma de organización de
la sociedad, y un modo de vivir se construyó
a partir del despojo de nuestros territorios y
de nuestra cultura. La conquista europea en nuestro continente
significó el aniquilamiento de 65 millones de hermanos indígenas; significó el saqueo de nuestro territorio con un daño profundo
contra la madre tierra y hoy día sigue
generando guerra permanente contra nuestra forma de vivir
y ser. En la actual coyuntura del país finalizar el conflicto armado
y construir la paz es una labor de todos y todas.
La Paz siempre ha sido un objetivo de los pueblos indígenas para vivir en
armonía con nuestros hermanos, nuestro territorio y la madre naturaleza.
Sobre los preacuerdos de
la Habana
Como comunidades
indígenas reunidas en el foro
manifestamos un decidido apoyo a los diálogos de paz entre el gobierno nacional
y las insurgencias que hoy días están en desarrollo.
Desde una mirada a los puntos del acuerdo en
la Habana, consideramos que en el relacionado con “desarrollo agrario integral” existen posibilidades
para se eliminen las condiciones de pobreza y desigualdad que se han
mantenido durante décadas en los territorios rurales del país, dado que pone en el centro
del acuerdo el “acceso integral a la tierra”. Para
las comunidades indígenas que hemos sido arrinconadas y despojadas, es de vital importancia reconocer la lucha contra el latifundio y reivindicar
la necesidad de la reforma agraria. Desde nuestra cosmovisión como comunidades
es prioritario el acceso a la tierra, porque de la tierra nace la vida.
Reconocemos la
importancia del preacuerdo sobre “participación
política” porque posibilitaría apertura de
la democracia de tal manera que la guerra y la violencia política dejen
de ser la forma de solucionar los conflictos sociales y los desacuerdos
políticos. El acuerdo como esta estipulado,
entre otras apuestas permitiría que las comunidades que protesten tengan
garantías políticas para
hacerlo lo que significa históricamente para nosotros
como pueblos la posibilidad de ejercer nuestros derechos y poder
gobernarnos como comunidades. Nunca más una decisión de otros, sobre nosotros y
sin nosotros.
En relación con el preacuerdo sobre solución al problema de las drogas
ilícitas, reconocemos la importancia de admitir
que los que cultivamos coca, marihuana
o amapola, lo hacemos obligados por problemas estructurales
no resueltos en el Estado colombiano en relación con las
necesidades económicas como familias,
la falta de infraestructura vial, la imposibilidad de comercio justo de
nuestros productos, entre otros. Apoyamos y respaldamos la sustitución de
cultivos de uso ilícito de manera gradual y concertada con las comunidades y el reconocimiento de plantas sagradas como la hoja
de Coca por fuera de la estigmatización, reconociendo sus usos y
potencialidades tradicionales.
Por su parte reconocemos
la importancia en el preacuerdo con las víctimas porque pone en el
centro del proceso de paz a quienes hemos sufrido en
carne propia la confrontación armada. El acuerdo permitiría el reconocimiento
de las comunidades indígenas como víctimas, y
con la comisión de la verdad avanzar en el conocimiento de lo que
pasó y por qué pasó en esta larga guerra
contra los pueblos. En este punto reconocemos como importante los avances en
las medidas y mecanismos de reparación integral a nuestras
comunidades, bajo la premisa de
garantías de no repetición.
El acuerdo de víctimas es un paso más hacia la construcción de verdad, justicia
y memoria, y una apuesta hacia
la reconciliación y la capacidad de vernos más
allá de la guerra.
Sobre la posibilidad de
armonizar los acuerdos de paz.
Son muchos los desafíos
como país y como pueblos indígenas que nos vienen con la esperanza de darle fin
al conflicto armado. A raíz del foro consideramos como comunidades
y organizaciones indígenas la importancia de armonizar
en nuestros territorios los posibles
acuerdos que se logren con las insurgencias y el gobierno nacional dado que reconocemos que los puntos negociados
impactarían la vida cotidiana de nuestras comunidades. La
armonización de los acuerdos de paz consiste en que las comunidades y las organizaciones
indígenas bajo los principios de unidad, territorio, autonomía y cultura,
construyamos mecanismos para generar consensos, y conjuntamente con otros
sectores sociales e instituciones del gobierno elaboremos propuestas para poner
fin al conflicto armado y para la construcción de la paz estable y duradera en
nuestros territorios. El sueño de paz nos
pertenece a todos.
Para empezar a armonizar
los acuerdos en nuestros territorios, desde una pedagogía de
paz propia consideramos deben desarrollarse diálogos de saberes que incluyan encuentros de
sabedores tradicionales y espirituales, debates, foros,
talleres, reuniones, y múltiples mecanismos para socializar, conocer y poner sentar nuestra posición como pueblos
indígenas en relación con los acuerdos de paz. También es necesario que se conozcan, debatan y socialicen en las comunidades documentos como el “Informe
de la Comisión Histórica
del Conflicto y sus Víctimas”,
en el que se exponen las causas, el
desarrollo y las consecuencias del conflicto armado, desde diferentes perspectivas. Consideramos que en esta tarea las las
administraciones públicas
locales y departamentales deben ayudar a generar escenarios para hablar del fin del conflicto armado y de como
construir la paz desde nuestra
cosmovisión como pueblos para caminar la
palabra por la paz.
Finalmente afirmamos que
como comunidades indígenas hemos luchado siempre por la desmilitarización
de nuestros territorios y la finalización de la confrontación armada, por eso celebramos el proceso
en el que las guerrillas dejarán las armas y el ejercito saldrá de nuestros
territorios. Así mismo consideramos, entre otros aspectos
importantes, que como comunidades y organizaciones indígenas debemos
prepararnos para dar testimonio en la comisión de la verdad, con el fin de que
se conozca lo que ha pasado en nuestros territorios por cuenta del conflicto
armado. Así pues como
comunidades y pueblos nos presentamos al país como un
actor protagónico en la construcción de la paz territorial. Esto quiere decir,
que el fin de la guerra y la construcción de paz nos pone la tarea de ser guardianes de la paz y la madre tierra en nuestros territorios, haciendo frente a las amenazas del extractivismo y
el saqueo que seguirán vigentes en los postacuerdos y nos exige trabajar por fortalecer
nuestras organizaciones y nuestras comunidades para que seamos quienes definamos el presente y futuro en nuestros territorios.
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