diciembre 2024
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Del 25 al 29 de octubre (2024) se llevó a cabo nuestro cuarto encuentro continental en la ciudad de Cali, Colombia. Nos reunimos hermanas y hermanos de los pueblos indígenas, negros, campesinos y redes urbanas de los siguientes territorios: El Salvador, USA, México, Brasil, Honduras, Colombia, Guatemala, Nicaragua, Panamá y Ecuador. Compartimos las circunstancias de nuestros territorios y pueblos; actualizando los diagnósticos sociopolíticos de nuestra región, vistos desde el dolor y la resistencia de nuestros cuerpos colectivos.

 

Esta forma de entretejer las historias de despojo, extractivismo, militarización, nos permitió destacar cómo la violenta acumulación del capital se articula en nuestros espacios familiares, de organización y enferma también nuestros corazones.

El Salvador

El actual régimen de excepción implantado por el presidente Bukele en El Salvador, ha establecido una cadena de violación contra los Derechos Humanos a diferentes escalas y sectores de la población salvadoreña, afectando especialmente a quienes se han dedicado a defender el territorio y a denunciar las vulneraciones que se ejecutan en el actual régimen de excepción. Las organizaciones y colectivos están en condiciones altamente vulnerables frente al poder militar del Estado, quien ha tomado el control de la vida pública, ejecutiva, judicial y en general en todos sus escenarios, creando una absolutización del poder y del control del actual gobierno en el país. La política de criminalización ha afectado a grandes sectores de la población, facilitando la operación de proyectos de extractivismo minero en territorios específicos. Pese a esto, existen personas y colectivos que se organizan para seguir resistiendo ante el escenario adverso que enfrenta El Salvador.

USA

Los flujos migratorios de las comunidades latinas no cesan y se acompañan de la vulnerabilidad de los grupos recién llegados a este territorio, sobre todo aquellos sectores más afectados como jóvenes, infancias y mujeres. El paso ilegalizado hacia los Estados Unidos representa una de los rostros más salvajes de la violencia contra los cuerpos racializados de quienes dejan sus territorios originarios -ya víctimas del extractivismo y las olas de violencias- para buscar condiciones mejores de vida. Las compañeras compartieron el trabajo que diversos grupos y colectivos realizan en apoyo a la defensa de derechos humanos de la comunidad migrante, así como de proyectos educativos orientados a los jóvenes. Alertaron del incremento de violencia a partir del inminente arribo de las facciones más conservadoras al poder federal representadas en la figura de Donald Trump.

México

La grave crisis humanitaria es invisibilizada por los gobiernos “progresistas” que han incrementado la militarización de la vida pública. El terror que se vive en los diversos territorios se conecta con el avance de grandes megaproyectos que vulneran a las comunidades y los recursos naturales de los territorios son saqueados como mercancías. Existe una articulación entre el crimen organizado y las grandes empresas que operan en los territorios bajo la complicidad de los gobiernos locales y federales. El país ha representado en los últimos años una barrera contra la migración centroamericana, produciendo graves violaciones a los derechos de la comunidad hermana migrante. Los grupos de familias buscadoras de sus familiares desaparecidos han tomado el mayor protagonismo de las luchas recientes.

Brasil

La grave crisis alimentada en los años recientes en favor de la deforestación de las florestas ha desencadenado graves consecuencias climáticas y sociales. No sólo la amazonia está bajo la mirada extractiva, sino los diversos ecosistemas y territorios se ven amenazados y atacados por la industria de la carne, forestal y la minería. Los defensores del territorio corren grandes amenazas y riesgos de ser asesinados en aquellos territorios donde el poder de las minerías y el agronegocio tienen mayor control territorial. Existen articulaciones nacionales en torno a al defensa de los ecosistemas contra la minería y el agro, mismos colectivos que están articulando la cumbre de los pueblos en el marco de la próxima COP que se llevará a cabo en Belén do Pará.

Honduras

La serie de violencias experimentadas en su territorio ha producido una gran diáspora migrante sobre todo en Estados Unidos. Siendo un país gravemente fuertemente saqueado en que los defensores del territorio se encuentran bajo el ataque de grupos empresariales y criminales. Esta circunstancia articula el extractivismo con la corrupción gubernamental y la violencia de grupos que operan en el país, consolidando el modelo de acumulación con graves consecuencias para las comunidades que optan por la migración a pesar de las grandes violencias a las que se exponen en su búsqueda por abandonar el país.

Colombia

La amenaza contra líderes comunitarios y defensores del territorio se vive como una constante en los diversos departamentos. El compañero del pueblo nasa Phanor Guazaquillo Peña fue asesinado enseguida de la muerte también violenta del líder Manuel Carlosama. En la búsqueda de construcción de la paz, las comunidades, activistas y defensores del territorio y de los derechos humanos se han enfrentado a los problemas estructurales que vive el país, como la articulación de grupos criminales con la implementación de proyectos que intentan despojar a los campesinos e indígenas de sus territorios y recursos. En las comunidades operan grupos de carácter criminal que ejecutan el asesinato de líderes y activistas que firmaron los acuerdos de paz para los territorios. La complejidad de esta violencia coexiste con los esfuerzos de grupos y comunidades por visibilizar las luchas y resistencias tanto en el medio urbanos como en el rural. La lucha por la memoria de las comunidades indígenas y afrocolombianas tiene fuertes vínculos con la construcción de la paz total en el país.

Guatemala

Como los países de la región, sufre las consecuencias de un modelo extractivo que ha sido impulsado por los diversos gobiernos, provocando que las comunidades que defienden sus territorios vivan amenazadas, hostigadas o decidan migrar. Líderes comunitarios y activistas se enfrentan a violencias que articulan el poder de los empresarios con los gobiernos y grupos criminales que operan en la región. Con una gran diáspora migrante, las comunidades locales enfrentan las problemáticas de diversas formas y existen proyectos políticos, sociales y artísticos dedicados a organizar la resistencia desde los territorios para visibilizar las violencias, pero procurar alternativas diferentes para los jóvenes de los barrios y territorios. Las comunidades indígenas son el foco de los despojos, así como del racismo estructural que se promueve desde el poder.

Nicaragua

El régimen de Daniel Ortega opera como un persecutor de sus opositores, donde se incluyen líderes comunitarios, defensores de derechos humanos, activistas, excombatienes, periodistas, etc. Las condiciones antidemocráticas en el país han producido un estado de excepción en que las comunidades que resisten contra el extractivismo y la corrupción son fuertemente perseguidas y estigmatizadas. La opción para muchas personas es la migración a otros países, enfrentándose a la vulneración de derechos humanos en sus trayectorias migrantes hacia principalmente los Estados Unidos.

Panamá

En el país existen resistencias que se enfrentan a los megaproyectos, tal como el de la minería, las represas, el mega turismo, entre otras. Recientemente una gran movilización nacional frenó un megaproyecto minero en el país, a partir de la articulación de comunidades campesinas y urbanas se logró que este proyecto no avanzara. En el país existe una gran corrupción e impunidad de los grupos políticos que se turnan el poder para gobernar y mantener grandes tratos con los empresarios que operan en el territorio, por lo que el supuesto desarrollo se ha producido a partir del saqueo de los recursos con que cuenta el territorio y la desigualdad avanza en la misma medida.

Ecuador

El país ha experimentado una creciente escalada de violencia en que se ven articuladas las fuerzas del estado, los grupos empresariales y grupos del crimen organizado. En el país operan grandes megaproyectos mineros que empiezan a saquear y contaminar los diversos ecosistemas y sus recursos naturales, aunque ahora esta circunstancia se complejiza a partir del incremento de control territorial de los grupos criminales. Las comunidades que defienden el territorio se ven envueltos en procesos de amenaza, criminalización y desarticulación social debido al ciclo de violencia cotidiana en que están entrando los territorios, tanto urbanos como rurales. Líderes, activistas y defensores ambientales, pueblos, comunidades enfrentan el riesgo de ser arrastrados a esta espiral de violencia para favorecer a los megaproyectos extractivistas.

Nuestras proyecciones.

Reiteramos que somos una Plataforma de Encuentro Continental en torno al principal legado, la memoria de Abya yala, su ancestralidad, el recoger ese legado, cambiar la narrativa de lo que pensamos y sentimos, de lo que no es propio de nosotros y nosotras; superar la colonialidad que la ha distorsionado, ello implica poner un bloqueo duro al capitalismo, caminar en dirección de quitarnos de encima el capitalismo.

Simbólicamente se trata de propiciar el encuentro del cóndor (Sur de Abya yala), con el Quetzal (meso, centro de Abya yala), y con el Águila (norte de Abya yala), esto significa superar las barreras que se han interpuesto y han separado, los centros o nichos de pensamiento crítico del análisis de la realidad, de la opresión/explotación/despojo que sufren nuestros pueblos, situados en distintos puntos de la geografía amarukana, al igual que los modos de pensar, esto es desde los modos propios de pensar y concebir el mundo, y de proyectar su presente y futuro, desde la diversidad, riqueza y exuberancia de lo que aún queda de los pueblos de Abya yala y que la modernidad y el progreso no han logrado desmontar del todo.

Somos una Plataforma de Comunicación, para contribuir al debate de los temas más desafiantes que nos aquejan en la actualidad enfatizando en la lucha contra el extractivismo y los megaproyectos minero energéticos, militares y de economías del despojo. A partir de nuestro encuentro en el marco de la COP 16 de Cali, y los compromisos asumidos allí, esto es frente a la gran devastación de la biodiversidad, y la agrobiodiversidad, y de igual forma frente al otro megadesafío que represente el avance del calentamiento global, temas frente a los cuales acabamos de ver que la solución no va a provenir de la oficialidad de las cumbres, conformadas mayoritariamente por representación de los gobiernos de los países, sometidos al lobby de las corporaciones, donde las prioridades las siguen marcando las actividades de reproducción y acumulación de capital.

Esto nos enseña que hay que seguir desplegando esfuerzos, por debatir más allá de los efectos del calentamiento global y la devastación de la biodiversidad, más allá de la linealidad, ascendente uniformizante, y devastadora del progreso ofrecido por occidente, y de su modernidad en franca decadencia, para mirar los aspectos estructurales e históricos que nos han conducido a esta situación, y que ello permita aportar a profundizar las propuestas políticas, y su alcance, en cuanto a espacios y tiempos, y seguir abogando por convergencias amplias de los movimientos sociales para contribuir a vislumbrar horizontes de esperanza, a partir de las concepciones propias de espacio y tiempo de los pueblos de Abya yala, que se han movido a ritmos y direcciones distintas de la modernidad occidental, que es precisamente uno de los grandes desafíos a superar y trascender.

Declaramos:

  • Con base a estos diagnósticos compartidos, hemos repensado la necesidad de seguir articulando nuestros esfuerzos por la defensa del territorio, contra la militarización y por la construcción de paz.
  • Coincidimos en que el estado de cosas en la región no ha mudado, a pesar de las experiencias comunitarias de consolidación de resistencias y construcción de alternativas, por lo que reiteramos nuestro compromiso colectivo por visibilizar las luchas desde y con los territorios a partir de nuestra labor como plataforma comunicacional.
  • Nos solidarizamos con cada compañero y compañera que enfrenta en sus vidas y territorios las diversas formas en que el capitalismo se articula para exterminar nuestra cultura, nuestras formas de vida y a nuestra madre tierra.
  • Dedicamos así este encuentro y los esfuerzos siguientes a la vida y lucha del compañero nasa Phanor Guazaquillo Peña, cuya presencia simbólica nos acompañó durante estos días.
  • Abrazamos cada esfuerzo individual o colectivo por poner el cuerpo y resistir al exterminio cada vez más cruento al que se enfrentan nuestros pueblos.
  • Respetando nuestras diferencias lingüísticas, culturales, de género y geográficas, nos abrazamos como un solo cuerpo colectivo de luchas que se piensan y articulan juntas para visibilizar con mayor fuerza las luchas y resistencias que somos.
  • Reivindicamos nuestro derecho a seguir luchando desde nuestros tiempos y realidades para contribuir hermanadamente por la vida colectiva en nuestra Abya Yala y en nuestro planeta entero.
  • En el marco de la destrucción masiva de los ecosistemas y la extinción masiva de especies, entendemos que la violencia, militarización, migración masiva y despojo territorial no son problemas aislados, sino rostros de la misma acumulación capitalista.
  • Declaramos de esta manera que nuestra lucha es por la construcción de alternativas colectivas y libres de violencia, donde podamos seguir siendo lo que somos en una relación de paz con la madre tierra.

Organizaciones de los pueblos, colectivos, grupos y  proyectos firmantes:

Movemento Pela Soberania Popular Na Mineração MAM Nacional – Brasil 🇧🇷
Micelio Suburbano – El Salvador 🇸🇻
Movimiento Nuevo País – El Salvador 🇸🇻
Semillas de Resistencia Seeds of Resistance – Nicaragua 🇳🇮 Mexico 🇲🇽 USA 🇺🇸
Movimiento Victoriano Lorenzo – Panamá 🇵🇦
School of Americas Watch SOAW – Honduras 🇭🇳 USA 🇺🇸
Coordinación Nacional de Pueblos Indígenas – CONPI, Colombia 🇨🇴
Coordinación Étnica Nacional de Paz – CENPAZ, Colombia 🇨🇴
Comunidades Construyendo Paz en los Territorios CONPAZCOL Colombia 🇨🇴
Asociación Afrocultural Neftalí Mosquera Colombia 🇨🇴
Frente Nacional Antiminero – Ecuador 🇪🇨
Artiis Paz- Guatemala 🇬🇹
Proyecto editorial Gatito espejo/ Revista La Sílaba- Mexico 🇲🇽

 Por: Jorge Andrés Forero-González.

Estos días, viendo el tratamiento que se dio a la salida del Pueblo Indígena Embera del Parque Nacional en Bogotá y ante su anunciada “reapertura”, ya que se observan los raquíticos alumbrados navideños de siempre, me permito dejar mis consideraciones sobre mi conocimiento y compartir con el Pueblo Embera sobre por qué van a volver a la ciudad y por qué, como país, deberíamos estar abiertos a soluciones creativas más allá del racismo, la discriminación y el fomento a la mendicidad, motivado desde la institucionalidad, que padeció el pueblo Embera en Bogotá.

Los Embera en el Parque Nacional

Carlos Fernando Galán, feliz de su gestión y de la salida de “800 personas” que por al menos 1 año habitaron el Parque Nacional, se refería en X el 9 de septiembre de 2024 en los siguientes términos: “Es importante hacer un llamado a la ciudadanía a no visitar por ahora el Parque Nacional ni traer a sus mascotas, pues existe riesgo biológico y esta semana comenzarán las fumigaciones para controlar este riesgo. Nuestro objetivo es tener el parque listo en aproximadamente dos meses.” (https://x.com/CarlosFGalan/status/1833148142851621292). Así mismo, desde la página de la Alcaldía de Bogotá, se celebra la recuperación del parque como un gran logro ante el impacto de generación de “residuos y destrucción por parte de los Embera, unos “ciudadanos” considerados sin arraigo por la “ciudad.” (https://bogota.gov.co/mi-ciudad/gestion-publica/distrito-reabrira-el-parque-nacional-para-vivir-navidad-en-bogota-2024)

En esa aproximación se lee claramente, y fue evidente en las críticas previas a su retorno a Risaralda y Chocó, como la administración Galán denunció el uso de la justicia propia indígena y el cuidado de la niñez por parte del Pueblo Embera, a quien seguían tratando como menores de edad y sin capacidad de gestión propia, señalándolos por sus usos y costumbres en repetidas ocasiones y amenazándolos con usar la fuerza de la policía antidisturbios, como se hizo en otras oportunidades. Resaltan las connotaciones del llamado a la ciudadanía a no ir al Parque Nacional por el “riesgo biológico” y la urgencia de “fumigaciones” de un lugar que fue el hogar de cientos de familias desplazadas y que habitaron con dignidad y con las capacidades que tenían de adaptación, a la mugrienta e inhumana ciudad.

Luego de la retoma con Policía a bordo, que sigue en el parque, vallas y polisombra verde, que pareciera que el Parque Nacional hubiera sido un lugar de guerra y la narrativa que fue destruido por los Embera, se siente infortunadamente en la ciudadanía un sentido de homofobia por los habitantes ancestrales de lo que hoy llamamos Colombia. En palabras textuales de Galán, el interés principal era el de proteger el “espacio público”, como si no se pudiera disfrutar con los Embera en el parque.

Personalmente, vi cientos de deportistas en el parque, yo aproveché para compartir y aprender un poco más de los Embera, su idioma, su medicina y costumbres, y vi viva la solidaridad de la ciudadanía y el impacto que tuvo en funcionarios de Bogotá que nunca habían tratado con indígenas. Para los cristianos que por estos días celebran el nacimiento de Jesús en un pesebre, me genera muchas preguntas por qué no podían ver a los Embera en un parque con luz eléctrica, internet, agua potable, en el corazón de la ciudad más grande de Colombia.




El racismo en el tratamiento al “problema de los Embera” en Bogotá

De altos funcionarios de la administración de Galán, como lo escuché de la de Claudia López, el trato a los Embera no bajaba de “plaga”, “vividores” del erario público y de destructores de la “naturaleza” y de los “bienes públicos”. Fue altamente diciente cómo circularon videos celebrando su retorno como una fiesta a las condiciones de la guerra de la Colombia rural del país. Fue una constante que se lee entre líneas y directamente en afirmaciones como las del alcalde Galán con su tratamiento de prevención de la ciudadanía al uso del parque por “riesgo biológico”.

Ese centralismo blanco bogotano que nunca va a los territorios o solo lo hace de paseo y en helicóptero, que ve pobreza y suciedad en las manos trabajadoras y en el que usa y corta la leña y tiene un fogón para cocinar o anda descalzo, propia de la colonialidad europea, sigue haciendo daño aún a 200 años de independencia. Y claro que no reconoce que gracias a esos pueblos indígenas, campesinos y negros, sucios, descalzos y conscientes de su libertad y dignidad, no seguimos siendo una colonia. Esa élite que sigue viendo a los “pobres” con desprecio y hace que los mismos pobres se vean con desprecio.

Y los Embera volverán, y lo hacen porque es un pueblo en su origen nómada y hoy seminómada. Y no excuso que no sepan del manejo de basuras o el uso desmedido de plástico o ropa que quedó en el Río Chikin, mal llamado Arzobispo, o que ante la falta de leña y recursos necesarios para mantenerse caliente en la fría ciudad de Bogotá, quedaron en el parque los rezagos de usar los árboles sembrados en la montaña. Pero lo que sí era claro es el sentimiento de comunidad que se vivía en el parque. La gran sensación de seguridad con la Guardia Indígena y, claro, la fiesta y la gran cantidad de niños y niñas que son un gran símbolo para mantener viva la cultura de un pueblo, un idioma y una forma de cuidar y ver el mundo que está en extinción.

Los Embera: pueblos indígenas de mucha dignidad liderazgo y conocimiento

La primera vez que vi con fuerza pueblos indígenas habitando las grandes ciudades fue en Medellín. Era 2005, plena “Seguridad Democrática”. En ese tiempo, era estudiante de Economía en la Universidad de Antioquia, una de mis 4 “Alma Mater” del pregrado. En clases compartía con indígenas del Pueblo Nasa y Embera que me sorprendían por su gran capacidad analítica y su vínculo con sus territorios. Recuerdo en mis clases a Julio Pascue, hoy Coordinador Nacional de la CONPI, Juvenal Arrieta en su momento Secretario General de la Organización Nacional de Pueblos Indígenas de Colombia ONIC y hoy en el Gobierno Nacional, y los debates en la UdeA con Gerardo Jumí, hoy Consejero Nacional de la ONIC. Años después, trabajé con algunos de ellos empujando este sueño de paz a favor de la biodiversidad, del impulso al Capítulo Étnico y en el fortalecimiento al movimiento indígena y étnico colombiano.

También los vi como referentes del movimiento social y de la política pública de paz y de derechos humanos con destacados liderazgos nacionales como el de Patricia Tobón Yagarí, Embera abogada egresada de la Universidad de Antioquia, con quien compartimos el impulso al Capítulo Étnico, quien luego fue Comisionada de la Verdad y recientemente Directora de la Unidad de Víctimas. También admiro y respeto mucho a Nataly Domicó, gran profesional en pedagogía de la madre tierra , artista indígena joven, destacada por su gran liderazgo en su natal Mutatá, en Antioquia, y a nivel nacional e internacional.

Sin embargo, más allá de las aulas universitarias, me sorprendió el Pueblo Embera (acá reconocer que son 4 pueblos: Eyabida, Katio, Chamí y Dobida) que se tomaban la ciudad de Medellín entre muchos contrastes. Por un lado, con su lengua y sus costumbres, especialmente los Katio y Chamí, sus trajes coloridos y su manera orgullosamente salvaje de habitar la ciudad. Un pueblo trabajador que, con sus artesanías, se negaba a dejar de ser y que me recordaba a Héctor Lavoe cuando canta: “la calle es una selva de cemento y de fieras salvajes como no”. También vi cómo esa selva urbana obligaba a muchos Embera a reproducir las lógicas propias del racismo y el complejo de salvador blanco, lo que los llevó a la mendicidad en las calles ya apestadas de desprecio al ser humano del centro de Medellín. Esos dos contrastes los vi en Bogotá años después.

Rápidamente encontré el porqué en la “tacita de plata” de los paisas, se concentraba tanto pueblo Embera en las calles: el conflicto armado interno. Los Embera en Antioquia, Chocó y Risaralda salieron corriendo de la “seguridad democrática” y el desplazamiento masivo de territorios plenamente indígenas que aún llevan sus nombres como Dabeiba, la Diosa de Origen Embera o Mutatá. Lo mismo en los límites entre Antioquia, Chocó y Risaralda, donde las guerrillas y los paramilitares se disputaban el territorio; los que salían corriendo a la ciudad eran los Embera. Fue muy recordado también ahí en el Alto Sinú el caso del asesinato de Kimy Pernia, importante líder Embera Katio que fue asesinado por oponerse a la Represa de Urrá en 2001, uno de los proyectos potenciados en marco de la idea de llevar seguridad a los territorios para luego llevar megaproyectos extractivos. Más adelante, a ese tipo de relacionamiento con los territorios habitados por la guerra se le llamó “Seguridad Democrática” de Uribe, que evolucionaría a la “Locomotora para el Desarrollo” en la administración Santos.

Años después, ya como profesional, luego en una relación más íntima con su territorio, aprendí de los Embera en la lucha por sus Sitios Sagrados por el Río Jiguamiando. Aprendí de cómo hicieron valer su propia Consulta Previa en defensa de la minería a gran escala de su cerro Jaika Tuma o Care Perro, que logró ser aceptada por la Corte Constitucional. Recuerdo con mucha emoción asimismo cómo vivían en dignidad y armonía con su entorno a partir de la pesca, el cultivo de plátano popocho y el corte de la madera. Su medicina ancestral y su lengua propia para explicar la vida, sus médicos tradicionales Jaibanas y, sobre todo, la fuerza de las mujeres Embera, que también es clara en las ciudades, fue realmente aleccionante.

Una mirada al futuro:

Con los casos de Medellín y Bogotá y su gran capacidad intelectual, artística y profesional, el Pueblo Embera le puso un espejo a la Colombia de las grandes ciudades sobre la vitalidad de los pueblos indígenas en el país y a hacernos preguntas profundas sobre quiénes somos. Los Embera volverán a Bogotá como lo han hecho en el pasado, dado que es un circuito en sus viajes por Colombia. Como ya lo mencionaba, es el Pueblo Embera un pueblo seminómada y la idea del Resguardo no opera para todos. Especialmente para los que han tenido menos contacto con la ciudad y siguen afirmando la belleza de ser “salvaje”.

El “ciudadano superior de la naturaleza”, heredero del capitalismo, es el que está destruyendo el planeta, y es momento de desconcentrar la ciudad y darle espacio al “salvaje” que es capaz de entender que es naturaleza.

El Pueblo Embera es uno de los que más recorre el país, y me lo contaban varias abuelas, como la Abuela Myrian, que recordaba sus viajes en la niñez a Cúcuta, Santander, Bogotá y Boyacá. Asimismo, en las últimas décadas, con los rigores del conflicto armado interno en Colombia, esos viajes se volvieron masivos. Y si la guerra política y socioeconómica en los territorios no cambia, y si no hay educación propia y ganas de vivir el territorio para los jóvenes Embera que ya conocieron la ciudad y también quieren algo de eso en sus territorios, al menos en términos de conectividad y acceso eléctrico, pues también juzgarlos que lleguen a Bogotá es cinismo.

También es verdad que los Embera llegan a Bogotá por el paupérrimo incentivo económico, que he escuchado a funcionarios creer que es una millonada, cuando se limitan a unos pesos por 3 meses y unas ayudas en especie en comida que ni siquiera es culturalmente apropiada y resultaba en las alcantarillas. Estos incentivos derivan de las muy mínimas garantías de la Ley de Víctimas y la responsabilidad del ente territorial que recibe a los desplazados y que en Bogotá es un poco mejor que en el resto del país. Ahora bien, el Pueblo Embera que viene de algunas regiones de Chocó y Risaralda que mayoritariamente estaban en el Parque Nacional ha preferido venir a Bogotá para poder poner cara a cara la situación de derechos humanos y de fracaso del Estado en muchas de las regiones de Colombia ante la centralidad de la política pública en el país.

Ante el regreso de los Embera que volverán al Parque Nacional dado que ahí pueden afirmar más su cultura, hacerse visibles y sus demandas políticas y salir de los lugares donde han querido tenerlos escondidos como las UPI de la Florida, por allá en límites con Mosquera o que se tomen lugares muy peligrosos como el Parque Tercer Milenio, al señor alcalde Galán, y su bancada en el Consejo, donde destaco importantes liderazgos como mi coterráneo David Saavedra, a la profesora Sandra Borda, hoy en su administración, con quien cursé mi Maestría en los Andes, así como al señor Presidente de la República, a la señora Ministra Susana Muhamad, con quien hemos trabajado por la consolidación del Movimiento Ambiental hace décadas, y a la señora Ministra Martha Carvajalino, a quien conocí en el trabajo de impulso al Acuerdo de Paz de Colombia, proponerles soluciones pensadas desde otras orillas e imaginativas:

  1. Titular el Parque Nacional y su línea de conexión ecosistémica a los cerros orientales a los pueblos indígenas de Bogotá, en especial al pueblo Muisca, para que en un diálogo con las entidades distritales y nacionales, podamos tener una co-administración desde el Parque Nacional hasta los cerros orientales, desde el tratamiento de lugar sagrado para las comunidades. De ahí, aplicar los recientes decretos de Autoridades Indígenas Ambientales en la ciudad de Bogotá para tener un piloto de tratamiento de territorialidades urbanas. Así como localidades como Usme o Chapinero y Santa Fe tienen zona rural, el Parque Nacional y los cerros orientales tienen vocación de habitabilidad para poder darle posibilidad a la ciudad de pensarse desde otras perspectivas.
  2. Bajo principio de prevención y a sabiendas de que la experiencia muestra que los Embera y otros pueblos indígenas llegarán a Bogotá por los rigores del conflicto armado, avanzar en una propuesta de construcción, mantenimiento y sustento de Ecohabs (similares a los del Tayrona) para recibir a la población desplazada indígena administrada por el Pueblo Muiska, el nativo de Bogotá, que permita un tratamiento desde la ancestralidad de los pueblos. Estas propuestas además pueden convertirse en propuestas de turismo étnico comunitario que permita al principal destino de turismo nacional y uno de los principales internacionales tener una experiencia pedagógica de muestra viva de lo que significan los pueblos indígenas y étnicos en Colombia. En municipios como Mutatá también crearon una serie de tambos muy bellos donde es posible ver la diversidad de la cultura desde potenciar su dignidad. Esto posibilitaría posicionar a Bogotá como un referente internacional sin ninguna duda.
  3. Abrir el diálogo claro a la ciudadanía sobre los impactos del racismo y de la mirada desde la blanquitud y la centralidad del poder bogotano. No es culpa de las personas en específico reproducir el racismo ante la falta de empatía, pero sí de las administraciones públicas avanzar en resolver de fondo los impactos heredados de la colonia, aún vivos. Importante apropiarse, por ejemplo, de la posibilidad de que con la población Embera en Bogotá se pueda pensar en programas bilingües para los mestizos que habitan la ciudad y desde ahí poder tener una sociedad multiétnica y multicultural, como reza la Constitución Política de Colombia.


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