Los últimos acontecimientos ocurridos en el país nos indican con
claridad meridiana cuál es la verdadera voluntad de paz del régimen: Asesinatos
en Antioquia, Sur de Bolívar, Arauca, Bogotá y Cauca; detención de líderes
sociales en Cauca, y la expansión territorial de las bandas paramilitares a lo
largo y ancho del país.
Con este panorama de guerra sucia y represión estatal, pretende el gobierno Santos vendernos la idea de su compromiso con la paz.
No es posible que sigamos creyendo que esta oligarquía quiere la paz; si fuera así, no tendríamos a los noticieros de los grandes medios, RCN y Caracol,editorializando diariamente en favor de la guerra. No es comprensible que mientras la mayoría de los colombianos le estamos apostando decididamente a la reconciliación, los dueños del poder, o sea los gremios de la economía, pauten y sostengan medios que auspician a cada paso el odio y el enfrentamiento.
Como si no fueran suficientes 60 años de confrontación; los guerreristas de pluma y micrófono evocan al dios Tánatos en cada una de sus emisiones; les importa sólo el morbo de la noticia, la violencia; se imaginan que en un país en paz estarían sin trabajo, pues su mediocridad como periodistas no les alcanza para tratar temas de mayor profundidad y contenido. Pero sobre todo que tendrían que escribir e informar sobre los verdaderos problemas de la nación: el desempleo, la pobreza, la corrupción y la marginalidad social y política en que esta burguesía ha sumido nuestro país.
La muerte de los compañeros Klaus Zapata en Soacha, la de los compañeros Alexander Oime Alarcón y Maricela Tombe en Cauca y la de William Castillo en El Bagre (Antioquia); sumadas a la detención de los compañeros Orlando Ángel Quintero y Rigoberto Guarín, líderes campesinos de Caloto (Cauca), son muestra fehaciente de la forma como esta oligarquía terrorista ha tratado y seguirá tratando a sus contradictores políticos.
El único interés del régimen es una paz barata; el silencio de los fusiles que le han hecho resistencia por más de cincuenta años a su criminal proyecto de país.
Anhelamos la paz, estamos aportando a la construcción de esa paz, pero no debemos ser ingenuos en pensar que esta clase parásita del régimen colombiano renunciará de buenas a primeras a sus privilegios. Mientras construimos escenarios de paz, debemos organizar al pueblo para la resistencia: sólo con respuestas masivas y contundentes este gobierno entenderá que el pueblo ya no está dispuesto a padecer más su dominación.
Cárcel la Picota marzo 12 de 2016.
Por Húbert Ballesteros
Dirigente campesino de Fensuagro y de
la Marcha Patriótica. Miembro del Comité Ejecutivo de la CUT. Prisionero
político en la cárcel La Picota de Bogotá.
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